Entrevista a las pediatras Isabel Mozas y Alba Lopezosa, que han cooperado en Lamu durante seis meses

Alcobendas, 29 de abril de 2025. Las pediatras, las doctoras Isabel Mozas y Alba Lopezosa, han tenido el privilegio de ser protagonistas de un proyecto de cooperación ya consolidado, que se prepara para llegar a su recta final: incorporado en el sistema público de salud de Lamu, dentro de pocos años el Servicio de Pediatría Anidan Pablo Horstmann será sostenible y, por lo tanto, dejará de depender de la Fundación Pablo Horstmann (FPH).
Para la Dra. Mozas, se ha tratado de su segunda experiencia de cooperación con la fundación, ya que en 2022 trabajó durante 10 meses en la Clínica Materno-Infantil de Meki, Etiopía. Por su parte, la Dra. Lopezosa había colaborado como voluntaria en un hospital en Ecuador.
– ¿Cuál fue vuestra primera impresión al llegar a Lamu?
– Isabel: Mi primera experiencia como cooperante había sido en la clínica de la fundación en Meki, Etiopía. Cuando llegué fue duro, no me veía capaz, pero con el apoyo de los otros cooperantes españoles, del equipo local y de las familias de los niños, empecé a ver cómo sacaba el trabajo adelante. Al final el resultado fue muy positivo.
Ahora en Lamu ya me esperaba lo que me iba a encontrar, por lo que no necesité pasar por el periodo de adaptación. Me ha sorprendido muchísimo encontrarme con un personal tan formado, tan autosuficiente, que sigue teniendo ganas de aprender, que te acoge tan bien a pesar de llevar tantos años recibiendo pediatras españoles… Se nota mucho la diferencia entre los trabajadores formados por la fundación y el resto: en la implicación con el trabajo, la responsabilidad, a la hora de realizar el diagnóstico y de tomar decisiones, etc. He visto cómo es posible integrar un proyecto y que el personal sea totalmente autónomo para continuar.
– Alba: Mi primera impresión del hospital fue muy positiva. El espacio está muy bien habilitado, el servicio tiene mucho material, etc. Pero cuando empiezas a trabajar, te sigue impactando la falta de algunos recursos que aquí en España se consideran básicos. Aun así, una vez te adaptas a las circunstancias ves que puedes trabajar sin ellos.

– ¿Qué mejoras habéis visto a lo largo de vuestra estancia que repercuten en una mejor asistencia a los niños?
– Isabel: Gracias a las campañas de cardiología y de neurocirugía pediátrica, y a que nosotras hemos seguido revisando los casos más complicados y haciendo simulaciones para emergencias pediátricas, vemos un cambio de motivación en el personal del servicio contratado por la fundación. En las campañas todos se implicaban, hacían simulaciones y eran más conscientes de los problemas y se comprometían en solucionarlos. Les motiva mucho ver que aprenden y que saben manejar los casos complicados.
– Alba: Ha mejorado mucho la atención de los neonatos gracias a que se ha consolidado el equipo de enfermería de la Unidad de Neonatología.
«El ojo clínico y el historial son más importantes en el diagnóstico de un niño que los recursos», Dra. Mozas
– ¿Qué ventajas reales ha tenido el servicio de pediatría al pasar de ser un hospital privado a integrarse en el Lamu County hospital?
– Alba: Ahora se puede beneficiar de verdad todo el mundo porque el servicio funcionaría dentro del sistema público, sin necesidad de la presencia de la fundación.
– Isabel: Con el traslado, la formación que tenía el personal de la fundación ahora se expande al resto de sanitarios del hospital del condado. Cada vez hay más personal en el hospital implicado con la pediatría que puede formar a sus compatriotas. Siendo el hospital de referencia del condado, cuando a estos trabajadores les trasladen a los hospitales pequeños de los subcondados, esta formación se irá expandiendo y la pediatría mejorará. Ahora nos derivan muchos niños de los subcondados, pero cuando el personal se traslade, ya no hará falta porque ellos sabrán sacar a los niños adelante.

– ¿Cuál es el principal reto al que os habéis enfrentado?
– Alba: Para mí, la adaptación al ritmo del trabajo, que es fuerte pero a la vez todo se hace de forma diferente y cuesta más esfuerzo, los procesos son más largos. También es diferente el tipo de patología, porque los niños son muy diferentes a los que te encuentras en España. No están vacunados, tienen malnutrición, su alimentación es diferente… Por lo que sufren patologías básicas pero elevadas a la máxima potencia.
– Isabel: La cultura es muy diferente a la nuestra, el modo en que ven la vida y la muerte. Te encuentras con familias muy vulnerables, que no tienen acceso a la sanidad, y que cuando llegan al hospital han asumido que el niño ya está en la última fase de la vida. Uno piensa: ¿Por qué no habéis venido antes?
Tienes que ser muy paciente porque los procesos son muy largos. Pides una analítica y tardan mucho tiempo en darte el resultado, cuando en España esto es automático. Esto nos desgastaba mucho. Cuando llegas, quieres hacer muchas cosas. Luego te das cuenta de que no puedes hacer ni la mitad, pero al final ves que eso que has podido hacer, da resultado.
Por otro lado, te das cuenta de que la prevención es muy importante. Si las familias tuvieran un mínimo de conocimiento en prevención, tanto de higiene como de los signos de alarma, las vacunas, etc. se podrían salvar muchas situaciones que llegan en un estado grave por desconocimiento.
– ¿Qué habéis aprendido como cooperantes que no se aprende ejerciendo como médico en España?
– Isabel: aprendes que con lo poco que tienes puedes hacer grandes cosas. A veces en los países del primer mundo tenemos muchos recursos que malgastamos, muchos protocolos que, siendo necesarios, allí no se pueden seguir por falta de recursos. El ojo clínico y el historial son más importantes en el diagnóstico de un niño que los recursos.
– ¿Un momento emocionante que recordéis y un momento difícil?
– Isabel: un momento emocionante fue cuando fuimos a Mombasa a una campaña de cirugía cardiaca, los niños se intervinieron y salieron bien y ahora son niños sanos. Ver cómo había funcionado toda esa cadena, que por fin estos niños iban a recibir la cirugía, nos emocionó mucho. Te das cuenta de que merece la pena tanta lucha para llegar hasta aquí.
Un momento difícil fue cuando falleció un niño de nueve meses que llevaba tiempo ingresado, por un problema de corazón que aquí se hubiese diagnosticado y operado ya que no era una cirugía compleja. Se juntaron varias complicaciones: el niño había sido prematuro, por lo que se pospuso la cirugía para que ganara peso, y al final se murió. Su madre tenía solo 20 años, había perdido el útero en el embarazo y era su primer hijo, por lo que ya no podía tener más hijos.
– Alba: un momento emocionante fue ver cómo los neonatos salen adelante porque el personal ha aprendido a hacer reanimación neonatal.
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